viernes, 18 de junio de 2010

EL DERECHO DE LOS ANIMALES Y EL DERECHO DE LOS HOMBRES: LO QUE FALTABA.


Pronto estaremos ante la igualdad de derechos entre los hombres y los animales.


No me extrañaría, y veo al ser humano tan confundido que tristemente no verá diferencia entre un perro y un hombre.


Desde hace un tiempo escucho a un influyente político de Colombia hablar sobre el derecho de los animales, y en países como los nórdicos esto ya es un hecho llegando hasta presentar un código para los animales; con lo que se trata de convertir a seres irracionales en sujetos de protección jurídica o como dirían los jurisconsultos de la corte penal internacional de Estrasburgo, ¨ sujetos de derecho ¨ y la verdad es que este debate está como para comprar boleto, porque creo que es un claro ejemplo del eclipse de la conciencia humana que caracteriza al hombre contemporáneo.


Para entrar a estudiar esta errada expresión ¨ derechos de los animales ¨ incorpora una malversación del concepto jurídico de ¨ Derecho ¨ Así se muerdan los codos los ilustres y sapientísimos jurisconsultos de Estrasburgo, pues este concepto indica una obligación correlativa. Y los animales a diferencia de los hombres, no pueden obligarse, claro que los Jurisconsultos y politiquitos dirían que tampoco los niños y mucho menos los nasciturus, pueden asumir obligaciones, pero en ellos la ley reconoce una potencialidad, y por ende sabemos que en un futuro más o menos próximo podrán hacerlo, y mientras no pueden ejercer su Derecho, podemos cubrirlos bajo el manto de nuestra protección, reconociendo en ellos a unos semejantes desvalidos, miembros de una fraternidad universal que en un tiempo serán sujetos de derechos y acreedores de obligaciones.

Podemos decir, que la capacidad para obligarse de un infante está ínsita en su condición humana por el simple hecho de ser un ser humano, que se ha empezado a gestar para realizarse plenamente en un momento futuro y cierto, es decir, solo se trata de un plazo de tiempo, que se cumplirá.

En cambio, sabemos que un chimpancé o una marmota nunca podrá obligarse; ¨ o si alguna persona quiere obligarlos, ¨ me imagino que en algunos países pueden hacerlo, me gustaría saber cuál es la manera. Pero, sabemos que en su senectud serán tan capaces como lo son en la más tierna infancia, y sabemos que no son nuestros semejantes. Entonces es cuando me pregunto y le pregunto a estos inteligentísimos individuos que promueven estas normas ¿Cómo puede erigirse en sujeto de derechos un ser que nunca podrá ser sujeto de obligaciones? Cuando argumentamos que al hombre lo asiste un inalienable derecho a la vida estamos proclamando también que lo obliga el deber de respetar la vida de los demás hombres; cuando defendemos el derecho a la propiedad privada estamos condenando el hurto, y así sucesivamente.

Ciñéndonos al asunto que nos ocupa, podríamos decir que el hombre es titular de un Derecho a un dominio justo, sobre la naturaleza, pues que se trata de la única criatura que puede aprovechar de manera racional sus recursos, y la capacidad de transformar la materia expuesta en el medio ambiente y por esta razón al hombre le obliga un estricto respeto sobre esta naturaleza que domina y cualquier iniciativa de abuso tendrá sus consecuencias legales. Durante muchos siglos, y por desgracia hoy en día estos abusos no se han castigado de manera ejemplar, porque tal dominio justo ha degenerado en rapacidad y mercadería financiadas por poderosos emporios económicos; y como los hombres no cumplimos con nuestras obligaciones, ¡se trata de reforzar nuestra obligación convirtiendo a los animales en titulares de derechos! Pero esto en conceptos es muy débil y poco serio.

Ahora bien, es claro que los derechos jurídicos presuponen la condición humana. En si, el derecho mismo es el producto de un pacto entre hombres, consientes de su posición humana y su igualdad de condiciones, y el extenderlos a los animales se convertiría en un verdadero exabrupto, digno de la más ignorante iniciativa obtusa y poco coherente dislate jurídico; el cual solo lo he encontrado en dos situaciones, una no hace mucho en la reciente sentencia de la corte de Estrasburgo de la que Ustedes conocen y en la sentencia de despenalización del aborto emitida por un sapientísimo jurista magistrado de la Corte constitucional Colombiana, que por desgracia, se repite cual epidemia, en varias cortes judiciales de América latina y de Europa sobre todo en España, en donde los honorables magistrados de las encopetadas cortes hacen alarde a la más evolucionada inteligencia de hormiga.


Parece que no entienden, que una cosa muy distinta es que a los hombres nos obligue un deber de protección de otras formas de vida no humanas; deber que no es otra cosa que la consecuencia del ejercicio natural de dominio justo que el hombre está obligado a ejercer sobre la naturaleza. Y otra cosa, que le adjudiquemos la titularidad de derechos a los animales, si esto es así, no me imagino un gato presentado un poder ante una notaria para la presentación personal, o un canarito presentando sus descargos ante un fiscal por hacer caca en la ropa del vecino dañándola, lo que se tipificaría como un delito expresado en el Código penal como daño en bien ajeno, en fin, los ejemplos son muchos. Al fiscal le tocará hablar canarito o al canarito hablar Español, difícil, muy difícil.


Pero, como dije antes no me extraña, y menos después de leer al escritor C.S. Lewis en su obra ¨ La abolición del Hombre ¨ en la que estos llamados derechos de los animales, no es otra cosa que otro nubarrón que cae sobre la consciencia de las personas, y no deja de ser curioso que estos ¨derechos de los animales ¨ se traten de imponer en una época en que la vida humana ha dejado de ser inviolable; en una época que ya no considera dignos de protección a todos los hombres, ni en todas las etapas de la vida. Es posible que ambas aberraciones jurídicas se alimenten en el mismo manantial de odio contra el hombre; a fin de cuentas, equiparar al hombre con un oso o un pollo es otra manera sibilina de ¨ abolirlo ¨de negar su humanidad, de borrar los rasgos distintivos de su condición humana y que lo rigen como una criatura única e irrepetible, misteriosamente singular, entre todas las criaturas de la creación. Qué tristeza que ya no nos demos cuenta de esto.


Y es que para contemplar al hombre dentro de su unicidad, debemos despojarnos primero de los nubarrones sofistas que nos nubla la conciencia.

Cuando el hombre deja de ser la medida de todas las cosas, cuando se le considera el resultado final y aleatorio de una simple teoría evolucionista, trillada y sin pruebas solidas, entonces triunfan los sofistas con sus envolventes sofismas.

El hombre se diferencia de los animales en especie, no en grado; entre hombres y animales existe una desproporción insalvable, esa desproporción es la que permite al hombre mirar los animales que pueblan la tierra y descubrir que son buenos, esforzándose en consecuencia en protegerlos.

Que por desgracia haya hombres obtusos incapaces de reconocer la bondad de los animales no se arregla endiosando a los animales, sino corrigiendo a los hombres. En cambio, endiosar a los animales es como desconocer la capacidad de los hombres y esto sería como abolirlo. Peligroso, muy peligroso el derecho de los animales.

Para mis hermanitos los A.E y los del ENS en especial el glorioso y los pequeñitos de los Martes

C. E. R

Que Dios los bendiga y la Virgen los proteja

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo que estamos más confundidos que nunca. Por pretender ser “justos” estamos llegando a la ridiculez, me refiero a que si no somos capaces de ser justos entre nosotros, mucho menos con los seres vivos con quienes compartimos este planeta.

A veces pienso que tenemos tanto miedo en tratarnos como seres humanos, que miramos para otro lado y buscamos un tema de distracción. Falta reconocer la trascendencia del problema del ser humano, ya no nos toleramos a nosotros mismos y ahora nuestra huella se hace más profunda con los maltratos al planeta.

Concuerdo al 100% sobre el mal uso de la expresión “sujetos de derechos”, la cuestión radica más en ser responsables y respetar lo que tenemos a nuestro alcance. El hecho de tener algo en abundancia no quiere decir que se pueda despilfarrar, al contrario, debemos ser más cuidadosos en el uso o aprovechamiento de un recurso.

Más que “derechos de los animales” debemos aceptar que somos tan animales que ya ni reconocemos la responsabilidad de nuestros actos. Muchos dejamos pasar las arbitrariedades contra la naturaleza, de nada nos sirve reglamentar o crear leyes sino estamos dispuestos a cumplirla y hacerla respetar.

No estamos al nivel de los animales… ¿a caso con tantas leyes pretendemos que se defiendan solos? Esas normas son una distracción para ocultar la solución y el problema, quien puede ayudar y a quien hay que corregir… la respuesta es la misma, ¡nosotros mismos!

No tenemos derecho a ser tan animales...


Vero Cohen