martes, 17 de mayo de 2011

SOLO NOS QUEDA VOLVER AL FUNDAMENTO SOCIAL, PERO, ¿QUEREMOS HACERLO?



¡LIBERTAD IGUALDAD, Fraternidad!






Debo confesar, que para quien les escribe es una completa alegría las actividades que desarrollamos con los chicos, los martes en la tarde.


Me acuerdo unos meses atrás o casi un año cuando estudiábamos en algún momento la revolución francesa y sus por menores, ¨ ¡Libertad, Igualdad y fraternidad!¨ gritaban los revoltosos franceses en las revueltas del lejano año de 1789; bueno, eso nos cuentan los libros de historia, pero que de alguna manera merece una renovada atención en estos momentos de un creciente y peligroso individualismo egoísta en la sociedad que estamos viviendo.


En las charlas de los martes con los chicos, viene con frecuencia a mi recuerdo; cómo a principios de los setentas, los estudiantes de la época, inquietos, y sin darse cuenta que venían siendo manipulados, manifestaban adornados con banderas multicolores y pancartas que permitían ver un sin número de trilladas retoricas subversivas por la calles de las diferentes ciudades del mundo. Levantaban a gritos las urbes diciendo - ¡libertad, Libertad! El cual, de manera injusta y violenta era reprimidos por las autoridades públicas.


Pero la fuerza de estos acontecimientos permitió una igualdad más clara en las sociedades de muchos países. En nuestro país; por lo menos en teoría, y aunque esto no se cumpla en ningún país del mundo pero nos dicen que si se cumple, hay una supuesta realidad de igualdad básica de todos los ciudadanos en la mayor parte de los aspectos de su vida: somos iguales ante la Ley, ante la sanidad, (bueno, cualquiera tiene derecho a morir en las puertas de un hospital) somos iguales en el medio ambiente y demás ámbitos de nuestra vida comunitaria.


Sin embargo, si vemos más profundamente esta sociedad, nos daremos cuenta que nos hemos olvidado de la más importante, base de las dos anteriores, ¨la fraternidad¨ o bien la hemos relegado a un rincón del famoso ¨Himno de la alegría¨ de Schiller: ¨ Tu hechizo vuelve a unir lo que el mundo había separado, todos los hombres volverán a ser hermanos¨ lindo, muy lindo, pero solo una simple canción.


Corría el romántico año de 1972, y en Europa la novena sinfonía marcaba el grito anhelado de la fraternidad humana, que para esta época se volvía esquiva, y en 1970 España venía entonando en la voz del siempre célebre Miguel Ríos el famoso canto que aun se mantiene en la memoria de los latinos ¨Escucha hermano la canción de la alegría, el canto alegre del que espera un nuevo día. Ven canta, sueña cantando, viven soñando el nuevo sol en que los hombres volverán a ser hermanos. ¨ Recordar estos versos tan sonados, de seguro nos invita a salir a las calles para gritar esta vez ¡fraternidad fraternidad! aunque nos tomen por ridículos.


Es claro que empezamos al revés, si hubiéramos gritado primero, fraternidad en vez de igualdad o libertad las cosas sería diferentes ¿Ustedes creen esto? Yo no. Verán la fraternidad es el peor negocio del mundo o por lo menos nosotros los abogados estaríamos estudiando otra cosa ya que el derecho litigioso sería inviable gracias a la fraternidad.


Siempre nos han dicho que tenemos libertad e igualdad, bueno, aunque esto sea una de las quimeras en la que sueña nuestra sociedad. Pero realmente de los tres ideales de origen cristiano la más importante es la fraternidad. Con ella la libertad y la igualdad es sin duda un éxito de armonía social, lo que se equipara a un rotundo fracaso como negocio, para los grandes emporios de armas sin contar al sector financiero.


La invocación de la fraternidad no es la apelación a un discurso capaz de apaciguar las conciencias, sino una urgente llamada a la concertación social, a la mutua solidaridad, a la convivencia humanitaria que con desesperación el mundo exige su implementación; es más, esta vez no son los jóvenes universitarios los que lo gritan, y no porque no puedan, sino porque no les importa, nunca antes la humanidad había tenido una juventud tan apocada, es el mundo entero incluyendo la naturaleza misma la que lo grita con sus tornados, cambios climáticos, terremotos, guerras, es la misma naturaleza la que con sus manifestaciones solares y demás fenómenos que pronto veremos la que nos exige un cambio radical.


Esta reclamada convivencia adquiere todo su significado si está basada en la amistad civil y en la fraternidad. El campo del derecho, en efecto, es el de la tutela del interés general y el respeto exterior, el de la protección de los bienes materiales y su distribución según reglas establecidas. El campo de la amistad, por el contrario, es el del desinterés, el desapego de los bienes materiales, la donación, la disponibilidad interior a las exigencias del otro. La amistad civil así entendida, es la actuación más auténtica del principio de fraternidad. Así es a fin de cuentas.


Nuestra convivencia supuestamente democrática debe basarse en una efectiva fraternidad cordial de quienes componen cada comunidad.


En teoría, la democracia no es sólo un modelo de organización de la convivencia, sino que implica un estilo de vida día a día, permanente y armónico social en lo que lo común ha de ser antepuesto al egoísmo o a la mera satisfacción privada, es decir, se debe primar el sentido común, por ende la meta sería el bien común. Si los gobernantes y los gobernados buscaran solo su satisfacción personal, la convivencia degeneraría hasta regresar a la ley de la selva en la que el más fuerte acaba por imponer sus intereses pisoteando la razón y los derechos de los demás, que por desgracia para la humanidad, es muy seguramente lo que está sucediendo en este planeta.


La democracia ¨en teoría¨, que por demás suele ser un simple sueño, puesto que nunca llegaremos a conocerla en su extensión, no es otra cosa que una concepción social, lo que equivale a decir, una concepción ética como lo enunciaba el célebre educador Jhon Dewey, y a partir de este significado ético está conformado su significado como forma de gobierno, que es lo que lo convierte en una simple teoría utópica.


Es claro que no hay otra concepción más diáfana para esgrimir el trillado slogan de la liberta e igualdad en el cual hipócritamente todo gobierno diga sustentar sus iniciativas de democracia, desconociendo, así sus orígenes en la Grecia clásica sean oscuros, pero es que no conocemos otra forma y por ende debemos pulirla para que sea viable, por esto se torna urgente, en convertirla en una forma de gobierno sólo porque es una forma de asociación moral y espiritual.


Necesitamos persuadirnos que esto es así; de que una feliz convivencia democrática requiere por parte de todos un hondo sentido de comunidad, porque cada uno pone de su parte al servicio de los demás, es decir, un claro sentido común para un bien común.


De esto que la fraternidad no puede ser impuesta por la ideología, y mucho menos por la ley, y menos aun por la genética, debe implantarse por lógica propia en el corazón de cada individuo desde la primera etapa de la educación y vivir en la voluntad razonada de quienes quieren a los demás como hermanos, amando, como se aman.


Pensamiento de Jaime Nubiola. Saludos desde Colombia. Gracias por la invitación.



Para mis hermanitos los A.E y los del ENS en especial el glorioso y los pequeñitos de los MartesC. E. R

Que Dios los bendiga y la Virgen los proteja